El Boliche de Santiago Cuello
Nos quedamos sin el Bar de las "constelaciones"... y sin su dueño, alma del Boliche...
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Santiago Cuello junto al Sapo Cativa |
Ahí, en la subida de la Castro Barros, era sin dudas
el bar de las constelaciones.
En sus paredes, en aquellos años de esplendor, ya no quedaba espacio siquiera para apoyarse. Cada uno de los habían pasado por ahí habían estampado su firma y sus marcas en esos muros testigos de la bohemia y la noche cordobesa.
A través de los amigos; este era un lugar de reunión.
El que tuvo mucho que ver fue
Rudy Arrieta, un cantor de tangos, un muchacho de la noche, hijo del autor de "Córdoba de Antaño"; fue él quien comenzó a traer gente del ambiente. Y al final, esto se convirtió en un lugar de reunión de los bohemios.
En las paredes colgaban las fotos de momentos únicos. El Polaco Goyeneche es protagonista, junto al maestro Osvaldo Pugliese. Los dos pisaron este suelo que ayer nos soportaba. Estaban abrazados ahí en el Boliche, junto a Santiago. La foto era clara: la estaban pasando bien los dos tangueros de ley sin ley.
Y la lista sigue: Rubén Juárez, Miguel Ángel Trellez, la Mona Jiménez, Raúl Porchetto, Juan Carlos Baglieto, Armando Tejada Gómez (que le dedicó la zamba ‘La bolichera’), Juan José Camero, Cacho Castaña. Todos dejaron sus firmas o alguna foto estampada en la pared que ya no está.
Pero hay otro tesoro.
"El libro de oro" lo llamaba Santiago.
Páginas en donde dedicaron dibujos Antonio Seguí o en donde Horacio Guaraní, después de empinarse unos tintos, le agradeció a Santiago tanto calor. O Amelita Baltar y Horacio Ferrer, quienes escribieron con mayúsculas "Gracias Córdoba, gracias Santiago". Los deportistas también tuvieron su espacio. Ni Carrario, ex delantero de Boca y Racing, ni Raies se olvidaron de dejar su recuerdo. Y también Loche, sí, Nicolino Loche, el campeón del mundo, "el Intocable".
Pero qué se le va a hacer: las paredes no podían callarse.
Caricaturas dedicadas por el inmortal "Gordo" Cognini espiaban sin saber que espiaban. "El gordo era habitué de aquí", afirmaba Santiago.
Y también nos observaba Inodoro Pereyra, desde una pared descascarada, hecho por el puño de Roberto Fontanarrosa.